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lunes, marzo 31, 2008

UN EJEMPLO DE AMOR

En la sala de mi casa hay colgado un marco con una fotografía familiar de gran tamaño. Fue tomada hace muchos años en mi pueblo natal. Todo aquel que la ve, se queda observando los rostros de felicidad de los siete hijos y los dos padres. En realidad, fuimos una familia privilegiada al haber tenido el hogar tan maravilloso que Dios nos regaló.

Hoy, uno de mis hermanos invitó a desayunar a la casa a un gran maestro del arte y la pintura de Colombia, y no pudo evitar quedarse un rato mirando la fotografía. Al verlo, le hablé de los felices que habíamos sido al tener los padres que tuvimos. Por un momento se quedó callado, luego me miró y me dijo: - Yo no tuve un hogar. Yo crecí alejado de mis padres, mi madre me regaló a las dos semanas de haber nacido. Yo lo miré en silencio, un poco turbada, pero él continuó: - ¿Pero sabes? Cuando me hice adulto, los busqué sólo para decirles que a pesar de sus errores de juventud, ya los perdoné y que los amo porque me dieron la vida. Ellos me dieron la oportunidad de ser lo que hoy soy. Durante el desayuno le hablé de mi lista de correo y además me prometí, que hablaría de su ejemplo de amor.

LO QUE NO LE DIJE A MI PAPÁ
Mi papá murió hace 3 años; partió amargado y solitario. Se fue de la casa cuando yo tenía 14 años, alegando que quería vivir su propia vida. Lo hizo a pesar de que no teníamos qué comer.

Fue alcohólico, aunque decía que podía dejar de tomar en cualquier momento. Nunca me abrazó porque según él, los hombres no se demuestran ternura. No jugó conmigo ni con mis hermanos, porque eso es asunto de mamás. No sabía nada de mí, pero cuando yo cometía un error, era implacable conmigo. Decía que trabajaba para su familia, sin embargo en la práctica éramos la última de sus prioridades. Durante años lo resentí. Marqué con ese rencor todas mis ilusiones e hice más frustrantes mis desilusiones. Un día me casé con una mujer maravillosa y me prometí que no iba a ser como él.

Pensaba que ser buen padre era tratar bien a los míos, darles lo mejor que pudiera y estar con ellos cuando me necesitaran. Un día le pregunté a mi esposa por qué mis hijos no me hacían caso a mí, sino a ella. Quería averiguar por qué los niños no disfrutaban estando conmigo. - ¿Sabes? -me respondió.- Cuando estás con ellos lo haces más porque es tu responsabilidad y no por que sea tu privilegio. Tus hijos van a disfrutar de ti, sólo cuando tú disfrutes de ellos. Me di cuenta que era tanto mi resentimiento y mi deseo de ser diferente a mi papá, que me estaba pareciendo a él. Mi padre no estaba en la casa por borracho y yo por responsable. Él era lejano porque los niños eran cosa de mujeres y yo por que quería ser estricto y educarlos bien. Entonces comencé a descubrir las maravillas de pasar el tiempo con mis hijos, a jugar con ellos, a integrarme a su vida.

Dejé de intentar que ellos fueran como yo esperaba, y empecé a apreciar más lo que ellos eran. Me permití inspirarme con su alegría y espontaneidad. Caí en cuenta de que yo podía crecer con ellos. Ya no me esforzaba por ser el adulto que lo sabía todo, mas bien me inclinaba a ser más la persona que quiere enseñar, pero que también está dispuesta a aprender. Que no sólo sabe dar, sino que sabe recibir. Esto no ha sido fácil. Aún me descubro autoritario, lejano, rígido, impulsivo. Entonces recuerdo que eso no es lo que soy y me abro de nuevo al regalo de la vida, de los míos, de mi esposa y de mis hijos.

Hoy, celebro mi oportunidad de ser padre con los abrazos de mis hijos, con los ejércitos de enanos que crean caos de fantasía, y que rompen mis esquemas a punta de sonrisas e indolencias. La infancia de mi padre fue más dura que la mía. A él le enseñaron que la vida era una carga. Él fue para su padre una carga. No conoció la ternura ni el apoyo, nadie se sintió orgulloso de él, y él tampoco aprendió a sentirse orgulloso de sí mismo. Papá, antes de que te fueras, hubiera querido decirte que para mí, al igual que para ti, ser un niño no fue fácil. Pero es más difícil ser adulto, si encadeno mi vida y la de los míos a los rencores y a los fantasmas del pasado.
Hoy quiero perdonarte, darte la libertad en mi corazón de ser un buen padre, y reconocer que a tu manera hiciste lo mejor que pudiste con tu vida. Sé que sentiste el dolor de tus propios errores. No me será fácil convertir en ángeles mis fantasmas, pero abriré con determinación las puertas de la aceptación y la gratitud. Papá, me siento orgulloso de ti, porque sin ti yo no sería lo que soy, porque tu vida me ayudó a encontrar mi camino. Tu dolor me ayudó a evitar el mío, tus cualidades florecen en mí y valoro como un tesoro haberlas heredado de ti.

Autor Desconocido

lunes, marzo 24, 2008

De mendigo a millonario

Después de ser indigente y dormir en baños públicos, Chris Gardner es hoy día un multimillonario empresario. Su vida es el ejemplo del ‘sueño americano’, y su historia ha inspirado a miles de personas.

Chris Gardner ya no es el mismo. Hoy día es un empresario exitoso, dueño de su propia firma de corredores de bolsa, tiene un Ferrari en su garaje y un clóset con más de 200 vestidos de todos los colores. Además, se dedica a dar charlas de superación por el mundo. Pero hace 25 años tenía todas sus pertenencias en una bolsa de basura que cargaba por las calles de San Francisco mientras empujaba el caminador de su hijo de un año, Chris Jr. Su historia pasó inadvertida hasta cuando apareció en un segmento del programa 20/20, en 2003. Desde entonces, la editorial Amistad/HarperCollins se interesó y el libro The pursuit of happyness (La búsqueda de la felicidad) salió a la venta en el 2007 en Estados Unidos. Además, el actor Will Smith compró los derechos de la historia y produjo y protagonizó una película que tuvo bastante aceptación en el mercado del cine.

Gardner tuvo una infancia difícil. Su madre estuvo en la cárcel dos veces y él pasó mucho tiempo en casas de familiares, en hogares de paso, y fue violado por un desconocido. Su padrastro era un hombre violento que maltrataba tanto a Chris como a su madre. Para salir de esta situación, se unió a la Armada y se desempeñó como asistente médico en una clínica naval.

Cuando salió del servicio se dedicó a trabajar como visitador médico. Su sueldo era muy bajo, con el agravante de que su novia quedó embarazada. Vivían muy humildemente y con lo estrictamente necesario. Un día, cuando salía del supermercado, vio a un hombre estacionando en un increíble Ferrari. Se acercó y le preguntó a qué se dedicaba. El señor le respondió que era corredor de bolsa. En ese momento, las metas en la vida de Chris cambiaron y se dedicó a buscar un puesto de aprendiz en una empresa de corredores.

Consiguió que le hicieran una entrevista en una buena empresa, pero una semana antes fue apresado por no pagar 1.200 dólares en multas de su carro y pasó 10 días en la cárcel. Cuando salió, encontró que su novia se había ido con su hijo y todas sus pertenencias, incluida su ropa. Al día siguiente, en vez de cancelar su entrevista, decidió ir y confrontar a la empresa con la verdad. La táctica surtió efecto y consiguió un empleo como aprendiz por 1.000 dólares al mes. Se fue a vivir en una pensión y todo parecía estar funcionando bien, hasta que su novia apareció con su hijo de un año en la puerta. Le entregó al pequeño alegando que ya no podía cuidarlo más, sin tener en cuenta que en la pensión no se permitían niños. Por eso Chris y su hijo se quedaron sin techo.

Era tal el compromiso de Gardner con Chris Jr., que decidió arreglárselas lo mejor posible para que al pequeño no le faltara nada. Todo su sueldo se iba en los pañales, el jardín infantil y la comida. Usaba dos vestidos, uno gris y uno azul, que cargaba en su bolsa. Al principio dormían en moteles baratos, pero no se podían dar ese lujo durante todo el mes. Terminaron pasando muchas noches en los refugios para indigentes de la ciudad, y otras tantas en un baño de la estación de trenes. Chris recibió ayuda de las personas que menos esperaba, entre ellas las prostitutas que trabajaban en la calle y que, al verlo empujando el destartalado caminador de su hijo, le regalaban al pequeño billetes de cinco dólares. Pero fue el reverendo Cecil Williams quien al ver la dedicación de Gardner a su hijo, les permitió quedarse por unos cuantos meses en el refugio de madres indigentes.

Durante un año tuvo que vivir en las calles, hasta que, gracias a su empeño, comenzó a escalar posiciones en la empresa y tuvo suficiente dinero para arrendar un apartamento. Sólo seis años más tarde, en 1987, fundó su propia compañía y su carrera despegó de manera meteórica. “Revivir las memorias enterradas de los momentos más difíciles de su vida fue un proceso muy doloroso”, dijo a SEMANA Dawn Davis, directora editorial del Amistad/HarperCollins y editora del libro. Pero, aun así, es el mensaje de siempre buscar la felicidad aunque todo parezca indicar que es una meta inalcanzable, y la historia de lucha y superación, lo que más ha llamado la atención. Y sobre todo, que a pesar de haber vivido los peores momentos de su vida, nunca dejó de tener como prioridad a su hijo.

jueves, marzo 13, 2008

Ojeada


Señores, registrense en esta página para que puedan recibir muchisimas ofertas de trabajo en el area de tecnología.

Porque una ojeada es suficiente.

www.ojeada.com

martes, marzo 04, 2008

Estrene su Fuerza de Voluntad


¿Es usted de esos que se rinden fácilmente antes de dar la pelea? ¿Le sobran las buenas intenciones pero le hace falta firmeza para continuar? ¿Es muy fácil para usted tomar decisiones, pero... qué “difícil” es llevarlas a cabo? Empiece a entrenar su Fuerza de Voluntad.

Sume. ¿Cuántas veces no ha logrado cumplir con esa decisión de adelgazar? ¿Se ha escuchado decir incontables veces “Definitivamente, este es el último cigarrillo que fumo” ? Cuándo fue la última vez que dijo “Este año sí voy a continuar mis estudios” o “Ahora sí es cierto que voy a llegar temprano a mi trabajo”?¿Por qué es que algunas personas desean conseguir o lograr algo, pero no lo consiguen? Es muy sencillo, porque renuncian muy pronto a sus decisiones. Esto no les hace menos humanos o menos “inteligentes”, pero sí cuestiona su fuerza de voluntad.

Algunos expertos le llaman “bríos”, otros “disposición”. A esa férrea decisión para hacer las cosas, a esa una extraña “facultad” que nos impulsa a cumplir con lo que hemos decidido y alcanzar nuestras metas es lo que llamamos “Fuerza de Voluntad”, y es uno de los aspectos más relevantes del carácter de la persona.En la aplicación de la Psicología Administrativa, el carácter es una parte esencial del adecuado desarrollo del ser humano y, por supuesto, el buen desarrollo de la empresa.

Para poder “entrenar” eficientemente la Fuerza de Voluntad se debe tener en cuenta tres elementos:

1. El Desear
2. El Esperar
3. El Creer

La fórmula “DEC”, como yo le llamo, es primordial para alcanzar una Fuerza de Voluntad que “desvanecerá” montañas ante usted.Desear la meta:Primero, usted debe desear una meta. Ya sabe lo que quiere, qué bien. Muchas personas quieren comer mejor, otros quieren mayores ingresos, algunos más quieren tener una maestría y algunos otros comprar un vehículo nuevo.

Estas personas que saben lo que “quieren”, pero que llegan hasta ahí, lo único seguro que tienen es que siempre van a saber lo que no tienen. Pero el desear va mucho más allá. Es desear con energía, desear con fuego, con el corazón y la mente. “Quisiera tener un mejor puesto de trabajo y un mejor ingreso salarial, pero por lo pronto voy a descansar un poco antes de ponerme a trabajar”. ¿Ha oído esto antes? Eso no es desear, eso sólo es saber de lo que carece.Desear es actuar con decisión, con trabajo, con esfuerzo. “Deseo tener un mejor puesto de trabajo y un mejor ingreso salarial; por eso tengo que ponerme a estudiar, a leer más libros, a trabajar con mejor calidad”. Eso es el verdadero “desear”.

Esperar la meta:El segundo elemento de nuestro “kit de entrenamiento” es el esperar.Esperar no es sentarse a “ver qué pasa”. Las cosas no caen del cielo. Si espera que eso suceda, posiblemente lo único que le caiga de arriba será lo que los demás ya no necesiten o, con suerte, algo desagradable de un pájaro que vuele sobre usted. Espere que lo bueno ha de suceder. No sólo lo desea, sino que también espera a que eso suceda y estará preparado para cuando el momento llegue.

Dicen por ahí que la oportunidad sólo llega una vez; sin embargo, las oportunidades están a la vuelta de la esquina. Muchas personas caminan hasta la esquina, pierden la confianza y se regresan. Sólo unos cuantos deciden dar vuelta a la esquina y buscar la oportunidad. ¿Cómo actúa usted? ¿Busca la oportunidad preparándose para cuando llegue el momento, o sólo espera sentado cómodamente bajo la sombra del árbol de “no hacer nada”?Creer en la meta:El tercer y último elemento es la creencia. Creer que llegará el momento, que llegará el triunfo. No importa cuan difícil parece ser, no se rinda. ¡Adelante! Desear, esperar y creer. Pruébelo y cuénteme una historia de éxito singular.

Entrenar su Fuerza de Voluntad no es un asunto imposible, pero tampoco es como comerse un postre de gelatina. Hay que esforzarse. Hay que luchar.¿Recuerda usted alguna historia de un personaje exitoso? Siempre encontrará un elemento común entre ellos: La Fuerza de Voluntad.
No tiraron la toalla a media pelea, aún cuando las cosas se pusieron difíciles. Siguieron esforzándose hasta el final. Y ellos no son más que seres humanos, sí, como usted o como yo. Únicamente que ellos entrenaron su Fuerza de Voluntad para lograr sus objetivos. Estos hombres y mujeres exitosos viven, trabajan y se esfuerzan siguiendo las metas y los objetivos que se han planteado. Al otro extremo están los débiles de voluntad.

Quieren todo rápido, todo fácil, “todo ya, pero que no cueste mucho”. A esas personas usted las reconocerá fácilmente porque muy constantemente las verá cambiando de trabajo, de carrera, de amores, de estilo, de pensamiento.¿Ha visto usted alguna vez un elefante en un circo? Atan su pata al suelo con una pequeña cuerda que podría romper cuando quiera; sin embargo, no lo hace.

Sabe por qué? Cuando los elefantes nacen, los amarran al suelo con enormes cadenas de acero que no pueden romper. Transcurrido algún tiempo, los elefantes se convencen que no podrán romperla. Por eso, al cambiar esa enorme cadena de acero por una débil cuerda de plástico, no intentan romperla. “Saben” que no podrán romperla, porque lo han intentado antes sin lograrlo. ¿Está usted atado al suelo con una pequeña cuerda que no ha intentado romper porque cree que no podrá? Lo han convencido las circunstancias pasadas, algunos conocidos o vecinos o usted mismo que “no se puede hacer nada contra el destino? Deténgase ahí. Intente romper esas cadenas y levante el vuelo como las águilas. No tenga miedo. Una vez en lo alto, le va a gustar tanto que nunca querrá volver a estar abajo.¿Sabe cómo deshacerse de esas cadenas? Primero reconozca sus desajustes, identifique sus patrones de malos hábitos que no lo dejan avanzar y comience a extirpar viejos y nocivos comportamientos.Ahora, defina sus metas. Qué es lo que desea? Cuáles son sus metas? Cuando se enfrente a un obstáculo, no se rinda.

Siga esforzándose hasta que llegue a la meta, hasta conquistar la cima. Tenga objetivos claros, concisos, precisos y bien delimitados en el tiempo. Sea estable y constante.Comprométase con usted mismo, comprométase con verdaderos amigos que lo apoyarán. Y prepárese para cosechar grandes éxitos. Se lo merece: será el fruto de su esfuerzo y su trabajo.

Desde acá le deseo una gran Fuerza de Voluntad; espero que muchas cosas buenas le sucedan y que pronto nos topemos en el camino hacia el éxito.