¿En qué se mide el amor? ¿En kilómetros? ¿En litros? ¿Cómo medir algo que no puede tocarse u olerse?
Algunos creen que el amor se mide por el tiempo que dura, otros, por las huellas que deja, y no falta quien opina que por la capacidad de entregarse el uno al otro.
Sería bueno construir una máquina para medir el amor. Estaría hecha de sueños, sonrisas y amaneceres en compañía. Su motor impulsor sería el deseo y su base, la convivencia. Así quedarían complacidos todos que aquellos que alguna vez han acudido a cartománticos, adivinos o al simple método de arrancar los pétalos a una flor para comprobar el cariño de su pareja. Los resultados serían infalibles. Cada quien sabría en solo instantes en qué medida es correspondido.
El invento se extendería rápidamente y su precio subiría en el mercado. Todo parece perfecto…mas no lo es.
No erraba un filosofo famoso cuando dijo que amar lo fácil no es amor. Amar es aferrarse a la cruz y morir en ella. El amor debe tener también decepciones, lágrimas y quebrantos. La incertidumbre lo alimenta y lo torna aún más atractivo.
Amor no es esclavitud, sino alas, amar es resucitar… es aprender a confiar. Por eso, cada dia, entrégate sin reservas, porque la medida del amor es entrega inexcusable, y unida a él, la confianza.
La verdadera medida del amor es y será siempre… amar sin medida.